Hacía unos minutos que mi avión aterrizó. No llevaba demasiado dinero, así que tuve que caminar hasta la ciudad. Por suerte, llegué a una plaza. Vi a lo lejos una fuente. Me acerqué a ella, y cuando ya estaba al lado, me senté con cuidado, ya que llevaba a mi gato en brazos, y dejé la maleta en el suelo